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20 de Noviembre, 2012 · General

Trabajo final

La vanidad del poder

 

La Fiesta del Chivo es una novela basada en la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina. Mario Vargas Llosa, su autor después de  intensa investigación de tres años, reconstruye la larga espera de los conjurados para ajusticiar al dictador y luego, recrea  la persecución y vejación que sufrieron los que participaron en la conspiración.

La construcción del texto está sustentada en tres planos narrativos simultáneos, en uno de estos se instala en la propia voz y conciencia del dictador dominicano y la ambigua relación que establece con sus colaboradores más cercanos, entre ellos, el jefe del temido Servicio de Inteligencia Militar (SIM) Johnny Abbes; el senador Henry Chirinos, el presidente "fantoche" Joaquín Balaguer, experto en artimañas jurídico-constitucionales; el ministro de las Fuerzas Armadas, general José René Román, y el presidente del Senado, Agustín Cabral, "Cerebrito", caído en desgracia a pesar de entregar 30 años de su vida a la defensa de la obra del Benefactor.

A través de su voz, el tirano, no solo nos brinda información de su personalidad, sus conflictos, sus miedos, sus pensamientos y sus glorias sino que también nos manifiesta que padece una enfermedad psicológica porque un ser racional no cometería los crímenes que él cometió sin sentir culpa alguna.

 Los griegos fueron los primeros en utilizar la palabra “hybris” para definir al héroe que conquista la gloria y que, ebrio de poder y de éxito, comienza a comportarse como un dios, capaz de cualquier cosa.

Según David Owen, médico neurólogo y ex ministro de Sanidad y de Asuntos Exteriores británico, este desequilibrio emocional es padecido por algunos políticos, y que él lo denomina síndrome de hybris. Se trata de una patología que afecta a determinados políticos con alta responsabilidad de gobierno, que se inicia desde una megalomanía instaurada y termina en una paranoia acentuada. Una persona más o menos normal de repente alcanza el poder y al principio le asalta la duda de si será capaz de desarrollar esa actividad engrandecida de la política. Pero pronto sale de la duda porque empieza a merodearle una legión de incondicionales que no cesan de felicitarle, darle palmaditas en la espalda y recibir halagos, reconociéndole su valía.


Las principales características de esta enfermedad se manifiestan claramente en Trujillo;  porque tiene excesiva confianza en el mismo y no acepta las críticas, esto se evidencia  cuando manda  asesinar a todos sus adversarios con Abbes y en el momento en que se atreve a enfrentar a la iglesia aún sabiendo que esta es un enemigo difícil de combatir.

Al igual que los dioses griegos Trujillo se sentía divinizado ya que sus servidores no se cansaban de adularlo y siempre permitían que el generalísimo los humillara.

Se consideraba que su capacidad  para restaurar energía en poco tiempo y su voluntad aguerrida y enérgica eran de un ser sobrenatural. Se  preocupa excesivamente por la  imagen y la presentación, no admitía la dejadez y el desorden de ningún oficial, si observaba un botón caído o una mancha los castigaba expulsándolos o volviéndolos a cargos más inferiores.

También sus pensamientos se agolpan, habla muy de prisa, saltando de una idea a otra y manifiesta incapacidad para concentrarse.

Posee una irritabilidad extrema no solo con sus enemigos sino que también con las personas que son de su círculo íntimo, como su esposa, sus ministros y hasta con seres totalmente inofensivos como Chapita y Navajita, dos viejitos desequilibrados, que  fueron asesinados por los calies tras hacer una parodia sobre el generalísimo.

 “Él no se había arrepentido jamás de nada.”(pág.38)

Además de todos los defectos de este dictador contemplados anteriormente se pudo apreciar una propensión narcisista a ver su mundo principalmente como un escenario donde ejercitar su poder y buscar la gloria.

_” Por este país, yo me he manchado de sangre_ afirmó deletreando_. Para que los negros no nos colonizaran otra vez. Eran decenas de  miles, por todas partes.”(pág. 217)

Por si fuera poco, el chivo, como lo decían se gano su sobrenombre gracias a su fama de gran fornicador, otro rasgo del hybris. El padre de la patria empezó a perder su confianza a partir del encuentro con Urania Cabral, porque creía que su impotencia  era signo de decadencia.

Por último, cabe destacar que efectivamente Rafael Leónidas Trujillo es un personaje que padeció de la enfermedad del poder porque no tiene autocrítica, es obsesivo con la limpieza y el arreglo personal y sobre todo también utiliza el poder para beneficios personales.

 

publicado por mariazarate a las 21:58 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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